Hablar de hip hop es hablar del alma expresando lo que los ojos permiten ver y el cuerpo percibir. Yo crecí en los cerros de un animal que llaman ciudad: Bogotá, en villa del cerro di mis primeros pasos. Aún recuerdo las montañas y vías destapadas donde montado en mi moto de plástico impulsada por mis pequeñas piernas recorría.
Musicalmente crecí escuchando al maestro Jorge Veloza y los Carrangueros de Ráquira pues mi papá provenía de un pueblo llamado Ramiriquí en el departamento de Boyacá, sin embargo, en un viejo televisor casi diminuto que también funcionaba como radio nos reuníamos y mi madre programaba alguna emisora (que no recuerdo) donde escuchábamos duetos como Silva y Villalba y Garzón y Collazos herencia de su tierra, el Huila. Así escuchando a estos gigantes comprendí que la música, la real, visceral y no prefabricada, se escribe desde el alma narrando lo que los ojos nos permiten ver y el cuerpo percibir.
Luego de pasar por varios barrios de la ciudad, estudiar y graduarme en un colegio distrital los gustos cambiaron e integré nuevos sonidos a mi vida y gracias a un compañero de apellido Buriticá escuché Hip Hop en un casette que llevé a mi casa, pero que mi padre me prohibió escuchar con el argumento que era música de pandilleros. Yo amo a mi papá así ya no esté en este mundo, por ello decidí no pelear y dejar el casette de lado esperando el momento oportuno. Momento que llego años después pero que disfruté con tal agrado que jamás dejé de escucharlo, ese día descubrí que el Hip Hop limpia el alma y es un grito herido que busca transformación en un mundo injusto. Mi papá aunque siempre tenía la razón esta vez falló por desconocimiento.
Si mi papá viviera me daría a la tarea de explicarle por qué estaba herrado en su afirmación pues los años y la vida misma me han mostrado que el mundo del Hip Hop es arte, cultura, resistencia y visibiliza un mundo que la mayoría de personas se niegan a ver. Un mundo real y profundo que se describe en sus letras, un mundo que está más cerca de lo que creemos pero del que tomamos distancia al hacer nuestros oídos sordos prefiriendo escuchar el perreo de moda, que básicamente es un estribillo insulso y en muchos casos machista.
El Hip Hop es la descripción real y poco romántica de las urbes, del rebusque, del mundo que nos apartamos voluntariamente para creer que vivimos en un cuento de hadas, no es una música de pandilleros, es la cruda realidad, la realidad de la que nos ocultamos, pero que está ahí latente, esperando que la entendamos.
Por varios lugares de Colombia y de la ciudad a la que pertenezco (Bogotá) es más fuerte la presencia del Hip Hop como arma de re socialización mediante el grafiti, el break dance, las consolas y el MC que cualquier político o política gubernamental, ya que el Hip Hop al ser arte alimenta el alma pese a la adversidad, al contrario, las políticas gubernamentales son la adversidad que solo buscan engordar los bolsillos a su conveniencia dejando de lado su razón natural, los ciudadanos. En alguna canción del maestro Jorge Velosa juglar de la música campesina, se describe a un rey pobre, un rey pobre como cualquier Mc que está iniciando, donde sus versos cuenta con desesperanza y el amor lo que lo rodea.
En mi tierra yo me siento como
EL REY POBRE
un rey, un rey pobre pero al
fin y al cabo rey
mi castillo es un ranchito de embarrar
y mi reino todo lo que alcanzo a ver
Mi papá al enseñarme a escuchar música campesina me enseñó a escuchar Hip Hop, a entenderlo y pese a que son dos ritmos distintos, nacidos en zonas diferentes y tiempos distantes, los dos son tan reales que parecen hermanos, los dos son tan viscerales que parecen calcados y no es por una casualidad de la vida, es porque los dos son músicas que reivindican unas sociedades de la que la mayoría dependemos pero que injusta y estúpidamente pretendemos ocultar.
Gracias papá por enseñarme las músicas campesinas pues por ellas amo el Hip Hop.
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Escrito por: El chan